Agonistas y Protagonistas: Llamadas fúnebres para Martha Gularte

LAS GRANDES ENTREVISTAS DE RAMÓN MÉRICA en Diario Uruguay.

Murió dos días antes de morirse. Fue encontrada el lunes 12 en su casa de altos de la calle Curuguaty, ese habitáculo al que trepaba trepada en los tacos aguja que la descerebraban, aunque los informes autópsicos revelaron que se fue el sábado 10, de muerte natural, hora imprecisa.

MARTHA GULARTE:”YO NACÍ ESCLAVA, FUI SIRVIENTITA EN CASAS DE GRANDES FAMILIAS, Y CUANDO ME VINE PARA MONTEVIDEO NO ME LIBERÉ”.

Como otros personajes emblemáticos de la memoria montevideana del ultimo medio siglo (Haedo, Juana, Guarnero, Alba Roballo, el Negro Jefe, Zitarrosa, Candeau,  su colega Rosa Luna, por citar solamente algunos), ella con su muerte remite a la metáfora de un Uruguay que, como el Jazmín del país, se ha ido deshojando con pena y sin gloria. Lo más terrible de tantas ausencias -ella es la responsable de la reflexión- es una no menos terrible sospecha: se está hablando de piezas sin promesas de reposición, porque tanto en el teatro como en la música, en el estadio o en las tribunas, todos ellos eran únicos, cada uno en su esplendor, cada uno en su noche.

LA TACUAREMBOENSE MARTHA GULARTE, FUE LA PRIMERA VEDETTE QUE TUVO EL URUGUAY.

Fue única por muchas razones. Es cierto que enloqueció a los santiaguinos y a los porteños allá a principios de los cuarenta con un físico de privilegio y  una juventud desbordada de sensualidad que no hacía pensar en su recóndito y modestísimo origen -Tacuarembó, 1919- ni muchos menos en las cataratas de perlas, strass y sobre todo plumas que se despeñarían sobre su vida con prisa y sin pausa. Fue la primera vedette que tuvo el país, la primera en entender el vaporoso mundo  de las escaleras iluminadas y cómo bajarlas y quizá la primera en decir No a las tentaciones que la podrían alejar de aquí definitivamente, así fueran Xavier Cugat o Sammy Davis Jr, con quienes trabajó pero a los que también supo decir Hasta aquí llegó mi amor. Era una oriental de vereda angosta. Le gustaba recordar sus orígenes «Yo nací esclava, fui sirvientita en casas de grandes familias,, y cuando me vine para Montevideo no me liberé. Seguí como sirvienta en muchas casas, pero cuando tenía un poco de tiempo libre, la negrita se peinaba, se arreglaba, le sacaba algunos coloretes a la patrona y allá me iba pa´l candombe». La negrita no tuvo que esperar mucho tiempo para que descubrieran sus habilidades. Primero en Chile, luego en Buenos Aires, mostró lo que era saber bailar y seducir tanto desde una pista como desde un escenario, y así empezó a aflorar el futuro mito Martha Gularte, un nombre y un apellido que se volvieron emblemáticos de un país, sobre todo de una ciudad.

Ese brote de leyenda estalla en Montevideo en 1949, durante los legendarios carnavales de la capital, y estalla para no apagarse más. Ella rescata esos días en un poema recordando su primer reinado de Carnaval de 1950.