Relatos reales de Antonio Pippo: Viejos sueños errantes

Por Antonio Pippo para Diario Uruguay.

Sí. Recuerdo su figura ajada, su pelo ralo peinado hacia atrás que solía, caprichoso, irse a un costado sin que él se preocupara. Su andar cansino, sus dientes amarillentos que sin pudor mostraba al reír, -porque reía mucho, ahora lo recuerdo como una peculiaridad-, sus gestos mínimos y sus lentes redondos, que apenas se quitaba para dormir o para limpiar con un pañito cuando se le empañaban y que jamás pusieron velo a la dulce melancolía de su mirada, siempre presente, hasta cuando se divertía.

Yes. I remember his worn-out figure, his thinning hair combed back that used to capriciously go to the side without him worrying. His tired walk, his yellowish teeth that he showed shamelessly when he laughed – because he laughed a lot, now I remember it as a peculiarity -, his minimal gestures and his round glasses, which he barely took off to sleep or to clean with a cloth when he They clouded and never veiled the sweet melancholy of his gaze, always present, even when he was having fun.

Melancolía. O quizás nostalgia. No tristeza, no, esa que después supe escondía ya en sus últimos años.

Melancholia. Or maybe nostalgia. Not sadness, no, that which I later learned he was hiding in his last years.

¡Cómo no recordar cosas tan engañosamente mínimas! Es que para eso, para ayudar a congelarlos en la memoria después de tanto, tanto tiempo pasado, inmodificables, están las fotos, las mismas que fueron parte fundamental de su vida, la principal pasión de su existencia.

How can we not remember such deceptively minimal things! That’s why, to help freeze them in memory after so much time passed, unchangeable, there are the photos, the same ones that were a fundamental part of his life, the main passion of his existence.

Lo otro –su voz, su caminar lento, a pasitos cortos, sus bromas, sus broncas pasajeras, su modo casi renacentista de ser y, sobre todo, de ejercer la alegría, la forma de estar con los demás buscando empatía, benevolencia, lo que dijo aquí y allá, en fin- es cuestión aparte.

The other – his voice, his slow walk, with short steps, his jokes, his passing quarrels, his almost Renaissance way of being and, above all, of exercising joy, the way of being with others seeking empathy, benevolence, what What he said here and there, anyway, is a separate question.

Si lo conocí cuando yo era un adolescente y hace décadas que murió, el recuerdo de su mismidad es, inexorablemente retocado, el recuerdo de muchos recuerdos precedentes, y cada uno que reaparece será diferente a los otros porque no hay foto, estatua ni película que devuelvan esa parte de él con certeza. Cada vez que, con intensidad vaya a saber empujada por qué circunstancia, uno hurga en la memoria lo que aparece jamás es posible darlo por una verdad ni hecho objetivo, porque jamás dejará de dudarse cuánto retoque o añadido emocional, cuánta ficción no planeada nos devuelve algo que nadie, jamás, podrá asegurar que no nos convierte, sin intención consciente, en un cariñoso maquillador que ignora lo que su mente ha hecho, al avivar cada vez el fuego de lo que vivió hace tanto y allá lejos.

If I knew him when I was a teenager and he died decades ago, the memory of his selfhood is, inexorably retouched, the memory of many preceding memories, and each one that reappears will be different from the others because there is no photo, statue or film that return that part of him with certainty. Every time, with intensity, driven by what circumstance, one searches through one’s memory for what appears, it is never possible to take it for truth or objective fact, because one will never cease to doubt how much retouching or emotional addition, how much unplanned fiction it returns to us. something that no one, ever, will be able to assure that it does not turn us, without conscious intention, into a loving makeup artist who ignores what his mind has done, each time fanning the fire of what he experienced so long ago and far away.

¡Ah, el viejo Juan!

Ah, old Juan!

Su sobrino, Ariel Chabalgoity, propietario y director del diario josefino “Aquí Está”, amigo de mi madre y compañero suyo en actividades de la radio local, la vieja y querida CW 41 Broadcasting San José, me había iniciado, a mis temblorosos dieciséis años, en la tarea periodística que no he abandonado hasta ahora, cuando en el horizonte advierto, temeroso quizás, al cumpleaños número setenta y nueve y cuando he pasado por cuanto medio escrito, televisivo y radial haya existido o exista aún en Montevideo, capital del todo concentradora y en este caso caníbal impiadoso y egoísta enfrentado con ventajas a los esfuerzos que otros medios, acribillados de dificultades de todo tipo, han hecho y hacen en el interior del país.

His nephew, Ariel Chabalgoity, owner and director of the Josephine newspaper “Aqui Esta”, a friend of my mother and his partner in local radio activities, the old and beloved CW 41 Broadcasting San José, had initiated me, at my trembling sixteen years of age. , in the journalistic task that I have not abandoned until now, when on the horizon I notice, perhaps fearfully, the seventy-ninth birthday and when I have gone through every written, television and radio medium that has existed or still exists in Montevideo, capital of the whole concentrator and in this case merciless and selfish cannibal facing with advantages the efforts that other media, riddled with difficulties of all kinds, have made and are making in the interior of the country.

Juan era un visitante asiduo del “Aquí Está”, adonde llegaba casi siempre a la tardecita, sabiendo que en poco rato muchos de los habitantes de aquel diario cruzaríamos la calle y nos concentraríamos en “lo de Curbelo”, un Almacén de Ramos Generales, Bar y Restorán: la primera parte, la del almacén, estaba enfrente, cara a cara con nuestro “segundo hogar”; la parte que nos interesaba realmente, la del bar, era una continuidad que obligaba a doblar la esquina: menos luz, mostrador de estaño, botellas con telas en las estanterías, humo de tabaco, qué sé yo.

Juan was a regular visitor to “Aqui Esta”, where he almost always arrived in the afternoon, knowing that in a short time many of the inhabitants of that newspaper would cross the street and concentrate on “Curbelo”, a General Store, Bar and Restaurant: the first part, the warehouse, was in front, face to face with our “second home”; The part that really interested us, the bar, was a continuity that forced us to turn the corner: less light, tin counter, bottles with cloth on the shelves, tobacco smoke, what do I know.

Un centro social, digo ahora con cierta ironía que pretende ser cariñosa.

A social center, I say now with a certain irony that aims to be affectionate.

Hubo muchas, muchas noches allí, con Ariel fumando sin cesar, siempre circunspecto y meciéndose el ralo cabello con rara impaciencia; con Hugo “El Facha” Ruiz, periodista, poeta bohemio y carnavalero que llegó a representar, encabezando los desfiles, a aquel famoso “Topo Gigio” de la murga capitalina Diablos Verdes; con Lorenzotti, un veterano de las imprentas a punto de jubilación, que estaba preparando la primera linotipo que, aun semejando un monstruo negro, sonoro, humeante y ominoso, suponíamos esperanzados dibujaría un futuro mejor para el diario y nos acercaría a una técnica que mejoraría el producto de nuestro trabajo. También recuerdo algunas pocas pero muy estimulantes reuniones con Paco Espínola, amigo de la familia Chabalgoity, quien aunque ya no vivía en San José, solía caer de sorpresa a visitar a sus queridos coterráneos sin errar nunca la hora en que al menos parte de la tribu del “Aquí Está” daría cumplimiento a sus ritos nocheros.

There were many, many nights there, with Ariel smoking incessantly, always circumspect and tossing his thinning hair with strange impatience; with Hugo “El Facha” Ruiz, journalist, bohemian poet and carnival member who came to represent, leading the parades, that famous “Topo Gigio” from the capital’s murga Diablos Verdes; with Lorenzotti, a veteran of the printing presses about to retire, who was preparing the first linotype that, although resembling a black, sonorous, smoking and ominous monster, we hopefully assumed would draw a better future for the newspaper and would bring us closer to a technique that would improve the product of our work. I also remember some few but very stimulating meetings with Paco Espínola, a friend of the Chabalgoity family, who, although he no longer lived in San José, used to drop by surprise to visit his beloved countrymen without ever missing the time when at least part of the tribe of “Here It Is” would fulfill its nightly rites.

Pero, a ver… ¿quién era Juan, realmente? ¿Quién era ese hombre ya mayor, a quien yo iba descubriendo pero que tenía, de años ha, una intensa y hasta rocambolesca vida ya bastante larga?

But, let’s see… who was Juan, really? Who was that older man, whom I was discovering but who had, for years, an intense and even bizarre life that was already quite long?

Fotógrafo de profesión, trabajaba como Jefe de la Oficina Dactiloscópica de la Jefatura de Policía Departamental, siempre de largo guardapolvo blanco, que usaba también en su laboratorio fotográfico personal. Y tocaba, ah, sí, deliciosamente desprolijo, como aficionado, el violín. Vivía con su mujer –no tuvieron hijos- en una casona de diseño cuadrado, patio abierto al cielo, con un aljibe al medio y dos plantas de pequeñas piezas húmedas, que estaba a la vuelta del edificio que compartían en ese tiempo la Intendencia con la Jefatura. Allí, en un par de esas piezas de la planta baja desarrollaba la que fue pasión extrema de su vida.

A photographer by profession, he worked as Head of the Fingerprint Office of the Departmental Police Headquarters, always wearing a long white coat, which he also used in his personal photographic laboratory. And he played, ah, yes, deliciously messy, like an amateur, the violin. He lived with his wife – they had no children – in a house with a square design, a patio open to the sky, with a cistern in the middle and two floors of small wet rooms, which was around the corner from the building that the Municipality shared at that time with the Leadership. There, in a couple of those rooms on the ground floor, he developed what was the extreme passion of his life.

Fue lo primero relevante que supe de él.

It was the first relevant thing I knew about him.

Creía –lo creyó siempre- haber descubierto algo que todavía suena extraño, como extraído de un cuento de Ray Bradbury o Isaac Asimov: gracias a unos experimentos con sus fotografías, nacidos de la casualidad, estaba persuadido de que la sangre humana, mientras se va secando sobre cualquier superficie, capta y fija las imágenes de lo que hay delante de donde se ha derramado.  

He believed – he always believed – to have discovered something that still sounds strange, as if taken from a story by Ray Bradbury or Isaac Asimov: thanks to some experiments with his photographs, born of chance, he was convinced that human blood, while it drains Drying on any surface, it captures and fixes images of what is in front of where it has been spilled.

Recuerdo un día que, en su casa, me habló de esta teoría.

I remember one day when, at his house, he told me about this theory.

-Mirá, como sé que sos un pibe y vas a dudar más que otros, lo primero que te juro por lo más querido es que no tengo una explicación científica de por qué sucede esto. Pero vamos a hacer la experiencia presencial, a ver qué te parece.

-Look, since I know you’re a kid and you’re going to doubt more than others, the first thing I swear to you most dearly is that I don’t have a scientific explanation for why this happens. But let’s do the in-person experience, see what you think.

Salió a la calle y regresó con un hombre flaco y motoso, con la camisa arremangada y un pantalón sucio, que era el diarero más famoso de la ciudad. Se apellidaba De Los Santos y se lo tenía a la altura en que se colocan, por la consideración cotidiana, los personajes populares más queribles. Juan trajo una camisa clara y un frasquito de sangre humana –jamás me dijo de dónde lo había sacado- que derramó sobre la tela. Enseguida, colgó la camisa y paró al diarero delante mientras la sangre iba secando. A continuación sacó decenas de fotos de la camisa ensangrentada. Se metió en su laboratorio y reveló las fotos, sobre las cuales, una vez tersas y ampliadas, añadió unas flechitas y unos números. Y me trajo el resultado final.

He went out into the street and returned with a skinny, motorized man, with his shirt sleeves rolled up and dirty pants, who was the most famous newsboy in the city. His last name was De Los Santos and he was considered to be at the level where the most beloved popular characters are placed, due to everyday consideration. Juan brought a light shirt and a small vial of human blood – he never told me where he got it from – which he poured on the cloth. Immediately, he hung up the shirt and stopped the newsman in front while the blood dried. He then took dozens of photos of the bloody shirt. He went into his laboratory and developed the photos, on which, once smooth and enlarged, he added some arrows and some numbers. And it brought me the final result.

-¿Y eso anotado para qué es? –pregunté.

-And what is that written down for? -I asked for.

-Me ayudará a explicar lo que, de todas formas, ya en una impresión primaria, espero que vos mismo descubras.

-It will help me explain what, in any case, already in a primary impression, I hope you discover yourself.

Y ocurrió, nomás.

And it just happened.

Allí se veían claramente, aunque en partes difusos y un poco deformados, los rasgos del diarero De Los Santos. ¿Cuánto “dirigían” nuestra mirada esas flechitas y esos números para convencernos, o simplemente, como Juan decía, impedían que nos perdiéramos en un mar de manchas que pueden hacernos imaginar infinidad de cosas? No lo supe entonces y no lo sé hoy.  

There you could clearly see, although in parts diffuse and a little deformed, the features of the diarero De Los Santos. How much did those little arrows and numbers “direct” our gaze to convince us, or simply, as Juan said, did they prevent us from getting lost in a sea of ​​spots that can make us imagine countless things? I didn’t know it then and I don’t know it today.

Con un gesto simpático de su dedo índice cerró mi boca, que había quedado abierta como la de un idiota. Despidió al personaje colaborador, que parecía habituado a ser sujeto de estos experimentos, me pidió que nos sentáramos y dijo:

With a sympathetic gesture of his index finger he closed my mouth, which had been left open like that of an idiot. He dismissed the collaborating character, who seemed accustomed to being the subject of these experiments, asked me to sit down and said:

-Lo primero: científicamente, yo, un modesto fotógrafo, no sé por qué pasa esto. Sin embargo llevo años tratando de que me ayuden a desentrañar el misterio y no lo he logrado todavía. No quisiera morirme sin saberlo. No me interesan fama ni dinero. ¡Yo quiero saber si esto realmente pasa o me estoy engañando! Lo único que se me ha ocurrido, ¡flor de pensamiento de ignorante, pensarás vos!, es que en el fondo de la cuestión debe influir la albúmina: está presente tanto en la sangre humana como en el proceso fotográfico. Pero, no sé… Es sólo una idea…

-The first thing: scientifically, I, a modest photographer, do not know why this happens. However, I have been trying for years to get you to help me unravel the mystery and I have not succeeded yet. I wouldn’t want to die without knowing it. I’m not interested in fame or money. I want to know if this really happens or if I’m fooling myself! The only thing that has occurred to me, flower of ignorant thought, you may think!, is that albumen must play a role at the heart of the matter: it is present both in human blood and in the photographic process. But, I don’t know… It’s just an idea…

Bueno, yo, a esa altura, sabía menos y además estaba sorprendido. Conversando con Ariel, a la tarde de ese día, tuve más información.

Well, at that point, I knew less and I was also surprised. Talking with Ariel, in the afternoon of that day, I had more information.

-Aunque tengo unos cuantos años más que vos y vengo siguiendo las experiencias de Juan desde el comienzo, sigo con dudas. No te lo puedo negar. Sin embargo, creo en él. Es honesto, se esfuerza, ha hecho miles de pruebas. Hasta lo han llamado de la Jefatura para usar “el método” en el esclarecimiento de un crimen. Hubo un caso sonado, hace unos años: mataron al sastre Amengual, muy conocido acá, y metieron preso, porque confesó, a un pibe de apellido Carreras, que creo tenía unos diecinueve años y era el ayudante. Pero las fotos de Juan mostraron otro rostro; sin embargo, nada cambió. Al pibe lo presionaron mal, mantuvo su confesión y pasó más de veinte años en Punta Carretas; y libre, volvió al pueblo pero murió al poco tiempo.

-Although I am a few years older than you and have been following Juan’s experiences since the beginning, I still have doubts. I can’t deny it to you. However, I believe in him. He is honest, he tries hard, he has done thousands of tests. They have even called him from the Headquarters to use “the method” in solving a crime. There was a notorious case a few years ago: they killed the tailor Amengual, well known here, and imprisoned him because he confessed to a kid with the last name Carreras, who I think was about nineteen years old and was the assistant. But Juan’s photos showed another face; However, nothing changed. They put bad pressure on the kid, he kept his confession and spent more than twenty years in Punta Carretas; and free, he returned to the town but died shortly after.

A Juan nadie le dijo nada más…

No one said anything more to Juan…

Pasó igual que cuando asesinaron en Punta del Este a LaBrooy Johnson, un acaudalado inglés radicado en el balneario, de quien se decía había sido espía durante la Segunda Guerra Mundial y cuyo cadáver apareció semienterrado en la arena de la playa. Allá fue el viejo, a pedido, e hizo su trabajo. Pero ya estaba “curado de espanto”. Cuando presentó sus “pruebas”, también había un rostro nítido que no se correspondía con ninguno de los indagados. Quisieron que él dijera quién era esa persona. Ja… Cuando te quemás con leche, ves una vaca y llorás. Juan les dijo: “Ah, no… La identificación no es mi tarea. A mí me trajeron para aplicar mi método; ahí les dejo el resultado, lo demás es cosa de ustedes”. Como sabrás, ese homicidio no se aclaró jamás, ¡y por supuesto que el viejo sabía quién aparecía en las manchas de sangre…!

It was the same as when LaBrooy Johnson, a wealthy Englishman living in the resort, was murdered in Punta del Este, who was said to have been a spy during World War II and whose body was found half-buried in the sand on the beach. The old man went there, at the request, and did his job. But he was already “cured with horror.” When he presented his “evidence”, there was also a clear face that did not correspond to any of those investigated. They wanted him to say who that person was. Ha… When you burn yourself with milk, you see a cow and you cry. Juan told them: “Ah, no… Identification is not my task. They brought me in to apply my method; I’ll leave you the result there, the rest is up to you.» As you know, this homicide was never clarified, and of course the old man knew who appeared in the blood stains…!

Ariel habló largo y tendido aquella tarde.

Ariel spoke at length that afternoon.

Me contó que durante años, los primeros del “descubrimiento misterioso”, a Juan lo visitaban periodistas de la capital todas las semanas. Vinieron incluso investigadores europeos y editores de revistas científicas. El viejo, inocente y generoso, permitió que le reprodujeran cientos de sus fotos, que recorrieran su laboratorio, que le revolvieran todo lo que les interesó y que se llevaran, como por descuido, hasta una máquina con el rollo completo de tomas. Aunque con el tiempo nos enteramos que en el Viejo Continente se había publicado mucho al respecto, el fotógrafo josefino jamás recibió, después que pasó la correntada de visitas y menguó el interés, ni siquiera una carta, un informe con conclusiones, un ejemplar de tantas revistas científicas que lo usaron. Ni qué hablar de dinero, que sí lograron otros.

He told me that for years, during the first years of the “mysterious discovery,” journalists from the capital visited Juan every week. Even European researchers and editors of scientific journals came. The old man, innocent and generous, allowed them to reproduce hundreds of his photos, to tour his laboratory, to search for everything that interested them and to take, as if by carelessness, even a machine with the complete roll of shots. Although over time we learned that a lot had been published on the subject in the Old Continent, the Josephine photographer never received, after the stream of visits had passed and interest waned, not even a letter, a report with conclusions, a copy of so many scientific journals that used it. Not to mention money, which others did achieve.

Eso llevó a que Ariel publicara y distribuyera hasta dónde dieron sus fuerzas y recursos, un brevísimo libro, un opúsculo, resumiendo la historia de Juan Chabalgoity, aquel que decía que “la sangre humana capta y fija imágenes”. Logró incluir no sólo fotos de los experimentos de su tío, sino también de reuniones con representantes eclesiásticos, a los lados del Santo Sudario, tela sagrada que el Vaticano ha había autorizado que se mostrase al público, con imágenes sobre las cuales el viejo había trabajado.

That led Ariel to publish and distribute, to the extent of his strength and resources, a very short book, a pamphlet, summarizing the story of Juan Chabalgoity, the one who said that “human blood captures and fixes images.” He managed to include not only photos of his uncle’s experiments, but also of meetings with ecclesiastical representatives, on the sides of the Holy Shroud, a sacred cloth that the Vatican had authorized to be shown to the public, with images on which the old man had worked.

No obstante, según mi recuerdo de este momento, nada…

However, according to my memory of this moment, nothing…

Ni siquiera la Universidad de la República, a la cual se le escribió una carta solicitando que los académicos que correspondiesen estudiaran la teoría y se expidieran, estuvo a la altura. La respuesta que se recibió –bastante demorada- implicaba una posición negativa sobre el experimento, pero fue escrita en términos tan fríos y escuetos que a todos nos dejó frustrados y con más dudas que certidumbre.

Not even the University of the Republic, to which a letter was written requesting that the corresponding academics study the theory and issue certificates, was up to the task. The response that was received – quite delayed – implied a negative position on the experiment, but it was written in such cold and concise terms that it left us all frustrated and with more doubts than certainty.

Y, sí, Juan murió y no sé si no fue de tristeza, sin tener el convencimiento de haber hecho un descubrimiento excepcional o de haber caído, por excesivo entusiasmo, en un error. No sólo eso: se fue amargando poco a poco cuando advirtió que, cualquiera fuese, si lo hubiere, un resultado científico inapelable, y mientras se lo esperaba, siempre el interés práctico, tangible, la eventual aplicación, se centraban en el ámbito policial que él conocía tanto y del que tanto desconfiaba.

And, yes, Juan died and I don’t know if it was not out of sadness, without being convinced that he had made an exceptional discovery or that he had fallen, due to excessive enthusiasm, into a mistake. Not only that: he became bitter little by little when he realized that, whatever, if any, there was an unappealable scientific result, and while he was waiting for it, the practical, tangible interest, the eventual application, was always focused on the police field that He knew so much and distrusted so much.

Pero, de pronto, he sentido la necesidad, un imperativo que nace de mis entrañas, de recordar al viejo Juan desde otra perspectiva: la del hombre bueno que con su conducta, a veces entusiasmado, a veces sobreponiéndose a desengaños, miserias de otros o dolores propios, siempre puso distancia con el simple “buen hombre”.

But, suddenly, I have felt the need, an imperative that comes from my core, to remember old Juan from another perspective: that of the good man who, with his behavior, sometimes enthusiastic, sometimes overcoming disappointments, miseries of others or own pains, he always put distance from the simple “good man.”

Bastaba, todavía lo siento, que te pasara el brazo sobre los hombros, que te susurrara un elogio o una advertencia de abuelo sabio o que te hiciera partícipe de sus momentos más alegres, no importa si de tanto en tanto empujados por el alcohol, como aquella noche en que Paco Espínola narraba, con su voz oscura y su capacidad de seducción, una vez más, su cuento “Rodríguez” –que en cada ocasión, aunque siempre sonaba como uno lo había leído, incluía algunos mágicos toques más- y Juan decidió acompañar la charla tocando, en su desafinado violín, “Czardas”, de Víctor Monti. O aquella otra noche, lluviosa y oscura, donde los beatíficos personajes habían decidido reincidir y el “Facha” Ruiz, que estaba pegado a la radio de Curbelo, cuyo sonido el bolichero había bajado por respeto, gritó inesperadamente: -¡Cállense, carajo! Y vos, si vos que cada semana aumentás lo que vale una grappa con limón, subí el volumen… ¿Oyen…? ¡Es Angelito Vargas cantando “Tres esquinas”! ¡Y eso no es una voz, eso sí que es un violín…!

It was enough, I still feel it, for him to put his arm around your shoulders, to whisper a praise or a warning from a wise grandfather or to make you participate in his happiest moments, no matter if from time to time driven by alcohol, like that night when Paco Espínola was narrating, with his dark voice and his ability to seduce, once again, his story “Rodríguez” – which on each occasion, although it always sounded like what one had read it, included some more magical touches – and Juan He decided to accompany the talk by playing, on his out-of-tune violin, “Czardas”, by Víctor Monti. Or that other night, rainy and dark, where the beatific characters had decided to reoffend and “Facha” Ruiz, who was glued to Curbelo’s radio, whose sound the bolichero had lowered out of respect, unexpectedly shouted: -Shut up, damn it! And you, if you increase the cost of a grappa with lemon every week, I turned up the volume… Do you hear…? It’s Angelito Vargas singing “Three corners”! And that’s not a voice, that’s a violin…!

Increíble. El silencio de Paco y Juan fue inmediato. Los ojos muy abiertos por la sorpresa, pero el respeto por el otro enhiesto.

Incredible. The silence of Paco and Juan was immediate. Eyes wide in surprise, but respect for the other standing tall.

Y aunque Paco se limitó a escuchar mientras apuraba el resto de caña con pitanga en su vaso, el rostro de Juan fue iluminado por una esplendorosa sonrisa que mostraba sus dientes desparejos y amarillentos y apareció a su alrededor –no sé, con sinceridad, si esto lo vi, o me lo hace ver ahora el recuerdo maquillado de los múltiples recuerdos anteriores- como un aura de luz de bondad.

And although Paco limited himself to listening while he finished the rest of the beer with pitanga in his glass, Juan’s face was illuminated by a splendorous smile that showed his uneven and yellowed teeth and appeared around him – I don’t know, honestly, if this I saw it, or the memory made up of the multiple previous memories makes me see it now – like an aura of light of goodness.

A ese viejo he querido recordar, una vez más, con esta desprolija recorrida por lo que queda de él en mi memoria. Queda, queda… Y seguirá ahí, manteniéndolo vivo, hasta que, en un punto inexorable en el que no quiero pensar, nos extingamos juntos.

I wanted to remember that old man, once again, with this messy tour of what remains of him in my memory. It remains, it remains… And it will remain there, keeping it alive, until, at an inexorable point that I don’t want to think about, we become extinct together.