URUGUAY ENTERO DE COLECCIÓN/ Desde Montevideo/Eduardo Mérica para DIARIO URUGUAY
Las ciudades antiguas nacían en el diálogo con las fuentes. Grecia y Roma veneraban las fuentes como dispensadoras de gracia y de frescura, como madres ilustres de la agricultura circundante.
El Montevideo primigenio también tuvo sus fuentes y alrededor de ellas comenzó a crecer un modesto caserío que con el andar del tiempo se convirtió en el barrio de la Aguada, que tiene su centro en el Palacio Legislativo y la Avenida Agraciada como su más importante vía de comunicación.
En la llamada “Quebrada de los Manantiales” los navíos se aprovisionaban de agua antes de emprender largas travesías. Pero también desde la plaza fuerte, que tenía ese mismo lugar para su abastecimiento, íban las carretas a los arenales de la Aguada, de donde traían la arena necesaria para construir las víviendas de material.
Otro núcleo poblado se fue formando entonces en torno de la Capilla del Carmen, ,fundada hacia 1793 por el presbítero Manuel Antonio Collantes en las proximidades de la esquina formada por la Avda. Rondeau y la calle Cerro Largo actuales. En 1812 ya habia sido demolida por encontrarse bajo el tiro de cañón de la plaza.
En el conocido díbujo de 1794 de Fernando Brambila, pintor de la expedición Malaspina, aparece la fuente de la Aguada, todavía subsiste, bajo la finca de la Avda Agraciada N” 1800 esquina Pozos del Rey.
Dos fuentes más ha ubicado Walter Scaldaferro: una bajo la casa señalada con el N” 1234 bis de la calle La Paz, entre Cuareim y Yí, la que cconsidera es la misma que fuera llamada Fuente de las Canarias, cuya agua era de primera calidad; la otra bajo la finca de la calle La Paz esq. Yi, determinada por el N” 1250.
Según lo escribiera Francisco Acuña de Fígueroa en su “Diario Histórico”, por el mes de abril de 1813, para hacer sentir la penuria de agua a los sitiados, los sitiadores de la plaza de Montevideo arrojaron piedras y animales muertos en las fuentes. Y aunque luego la ciudad y los navíos se siguieron surtiendo en ellas, hacia 1836 la de la Aguada de los N avías estaba salobre y se había abandonado. En sus ínmediaciones prosperó la famosa Quinta de las Albahacas, situada en las proximidades de las calles Ejido, Cerro Largo y Miguelete, según el Dr. Domingo González.
Fue una de las principales abastecedoras de hortalizas y verduras para la ciudad y contó entre sus cultivadores a León Palleja, cuando éste era un desconocido peoncito.
En la segunda Capilla de la Aguada, inaugurada en julio de 1821, se reunió desde el 16 de febrero al 22 de abril de 1829 el “Gobierno Provisorio y de la Representación Nacional”, cuando era Gobernador y Capitán General él brigadier José Rondeau. Allí, en el mismo predio que hoy ocupa la Basílica de Nuestra Señora del Carmen (Avda, Agraciada y Venezuela), se decretó la ley de creación del Escudo Nacional, el 14 de marzo de ese año.
La Aguada, ya constituida en centro de población considerable, conjuntamente con el Cordón fue incorporada a la Ciudad Nueva el 31 de diciembre de 1861, para que disfrutara de las mejoras de hígiene y policía con que contaba aquélla.
En 1882, en la que fuera quinta de Guerra, nació el Internato Normal de Señoritas, cuya dirección fue confiada a la maestra “vareliana” Maria Stagnero de Munar.
Tres generaciones de la familia Batlle dieron tradición social a la Aguada. El primero en instalarse en ella fue el emigrado catalán José Batlle y Carrió, que llegó en 1800 a Montevideo. Seis años después compra al Dr. Mateo Magariños su Molino de la Aguada, ubicado en un amplio solar entre las actuales calles Yaguarón, Pozos del Rey y Agraciada, molino que fue arrasado durante los dos sitios de los patriotas.
En Asunción esq. Yaguaron nació uno de sus hijos, Lorenzo Batlle, que con el grado de general llegaria a ocupar la presidencia de la República; en otro edificio de posterior construcción, situado en Yaguarón y Lima, inició su existencia su nieto, José Batlle y Ordóñez, ligado por medio siglo de vida politica a uno de los más trascendentes períodos del desarrollo nacional.
El famoso asiento del Quinto de Cazadores, baluarte de Máximo Santos, antiguo Cuartel llamado de Bastarrica, desapareció de su ubicación en Agraciada y La Paz cuando comenzó la rectificación de aquélla, determinada por la ley de 19 de junio de 1928.
En la zona donde en 1888 recibiera el bautismo de fuego el Cuerpo de Bomberos al producirse el incendio del molino “San Luis”, situado frente a la iglesia de la Aguada, entonces en construcción, ha brotado orillando la majestuosa Diagonal Agraciada una selva de empinados y macizos edificios.
Sin duda, el edificio más monumental y hermoso de cuantos se levantan en la zona es el Palacio Legislativo, construido sobre el predio de la que fuera plaza General Flores e inaugurado en ceremonia solemne el 25 de agosto de 1925.
En la Aguada, en una casa de la calle Agraciada Nro 26 (actualmente Agraciada casi La paz) nació el 17 de enero de 1875 Florencio Sánchez, y en otra de la calle Nueva York al 1415 vivió en sus últimos años Gerardo Matos Rodríguez, el autor del más famoso de los tangos, “La Cumparsita”.
Hoy, en la llamada Universidad Femenina, creada en 1912, hoy Instituto José Batlle y Ordóñez, en el no menos importante edificio del colegio y liceo “Sagrada Familia”, en el Instituto “Héctor Miranda” y en el liceo NQ 17, se cultiva y se moldea el espíritu de los jóvenes. Y a partir del auge edilicio surgen residencias de gran porte, importantes cuerpos de apartamentos como los construidos por la empresa Lamaro, dilatadas sedes de instituciones públicas, grandes locales comerciales.
Un tránsito febril, con sonoro ritmo vial, es hoy la realídad dinámica de aquella zona arenosa, llena de sangradores y barrancos, que oteaba con humildad las oscuras murallas de la Plaza Fuerte.
Fuente: Montevideo: Los Barrios Anibal Barrios Pintos
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