“De vender humo a comprar humo”. Ché Gordo…

Desde Rivera Roberto Beto Araújo para Diario Uruguay. 

Hace tanto que no te escribo, y no ha sido por falta de ganas, sino que por falta de tiempo pues el encargo que nos dejaste fue fulero ché, vaya si habrá sido.

Desde el día en que juntaste tus cacharpas de sueños y te sentaste en las gradas del estadio de la eternidad, las cosas por acá han cambiado mucho y a la vez (andá a entenderlo) no ha cambiado nada).

Es difícil de entender, pero no hay otra manera de explicártelo, y estoy seguro de que lo has de entender, pues tú siempre has tenido esa rara capacidad de entender lo inentendible.

Mucho ha cambiado es verdad, pero hay cosas que siguen igual pues como decía el Groncho “las esencias no mueren”, y como las esencias no mueren aun se siente en las esquinas de la Cuaró la mítica fragancia de la Ilusión la esperanza, y los sueños (esos que hicieron de tu vida razón y causa) siguen floreciendo como el plumerillo que enraíza en la Plaza y en cuya sombra más de una vez nos sentamos dibujando estrategias para llegar donde la obligación lírica nos obligaba.

No te voy hacer historia pues como bien lo sabes la historia es muy larga, y para contarla ya habrá tiempo, apenas quiero decirte que “lo hemos logrado” “hemos cumplido” y ojo que no hay acá personalismos ni vanidades que no corresponden, pues el logro ha sido de todos, de Roberto, de Xavier, de Pedro, y tantos otros que es muy largo nombrar pero en el anonimato se hacen plural, pero sobre todo de esa hinchada que nunca aflojó y que está mas presente que nunca.

Ché gordo, te cuento una anécdota que seguro te va hacer sonreír, el otro día cuando estábamos en Montevideo ya ajustando los últimos detalles de la conquista, la barra llamó a Facundo para que compráramos en Montevideo las bengalas de humo pues querían darle color al festejo, y allá salimos con los gurises a cumplir el encargo.

Sabés Gordo, en el momento en que el vendedor nos entregaba el paquete, y acariciábamos entre el cartucho de humo rojo y amarillo, me vino a la cabeza una idea casi que rocambolesca; que ironía ché, a nosotros que tantas veces nos acusaron de “vender humo” , en momento tan sublime el destino me llevaba a estar allí en una tienda montevideana “comprando humo” jeje.

Bueno gordo corto por acá, pues sino esto se va volver muy largo, y no es la idea, apenas quería contarte que por acá las cosas han cambiado tanto que en un giro de 360 grados, no ha cambiado nada, pues volvimos a caminar por las calles del barrio y a toparnos con la alegre sonrisa del hincha, ese que aun da batalla por su casaca, por su identidad, por su historia, con un celo casi que obsesivo pero contagiante; actitud homérica que junta la valentía del Cid campeador con la quimera del Quijote, en esa simbiosis mágica que une la lirica con la tenacidad y en esa orgía engendra la eterna poesía que nos motiva, ilusiona y proyecta.

Chau Gordo.

PD, ahhh gordo… me olvidaba, seguro te has de preguntar quien es ese Boris, ese que tanto has escuchado en los últimos tiempos, pues te resumo, Boris, es aquel que tanto hemos esperado, aquel que hasta en algún momento creímos que no existía y que de repente baja flotando en la nube de la ilusión, para enseñarnos que “creer vale la pena”

Chau Gordo, en cualquier momento nos encontramos recostados al alambrado de alguna cancha, de acá o de ahí.