Adao Latorre: la verdadera historia de un degollador riverense

Desde la frontera Rivera – Livramento/Roberto Beto Araújo para Diario Uruguay.

“¿Cuanto vale a vida de un hombre Valente e de bem..?

Preguntó el Coronel Manoel Pedrozo al Negro Adao Latorre, que pacientemente sentado sobre una piedra afilaba su caronero en la chaira.

Adao Latorre levantó la vista sin prestarle mayor importancia , y le contestó:

“A Vida de un homen Valente e de bem, vale muito, mas la tuya nao vale nada, pois está no fio da mina faca (en el filo de micuchillo)”.

-“Entao mata de una vez, Negro filho de puta”, respondió el Coronel cautivo, recuperando de golpe su dignidad de caudillo.

Cuentan que Adao Latorre, ni se mosquió, siguió pacientemente afilando su cuchillo, después se levantó, lo miró fijamente al condenado, y luego mansamente le sacó el sombrero al prisionero, mientras le decía.

“Para donde vas no vas a necesitar sombrero”, y lo degolló sin más trámite.

Cuentan que esa jornada de 1893 Adao Latorre degolló a más de trescientos prisioneros Pica Paus, en Puntas del Río Negro, aunque hoy el revisionismo histórico habla de que el número es una exageración, y los más radicales hablan de 23, quizás 25 y no más, aunque el número no deja de ser espeluznante.

Pero la verdad es que en aquellos tiempos el degüello era común, es más el mismo Maneol Perdozo venía de un degüello no menos impío, pues al pasar por Bagé, había sorprendido a la familia de Adao Latorre, mujer, hijos padre y a todos los había pasado por el cuchillo sin clemencia ni pudor.

Por eso, sin justificar, claro está, la actuación de Adao Latorre se puede por lo menos entender, y es dable comprender que los valores de la época eran muy diferentes a los de hoy en día, y a la historia hay que procurar entenderla, jamás juzgarla.

Adao Latorre, hombre de mil batallas, veterano de ancestrales Guerras y contiendas, desde la de las Lanzas en el 70, la de Paraguay, la Federalista del 93, la del 97 y del cuatro, habiendo nacido en 1835 en Cerro Chato actual departamento de Rivera, siendo hijo de esclavos, murió en una emboscada siendo ya casi que centenario, el 15 de mayo de 1923 en la insurrección maragata, siendo emboscado en Paso da Serraria (Don Pedrito) y fusilado inmediatamente por orden del Mayor Antero Pedrozo, hermano de Maneol Pedrozo.

Así termina la vida de ese peculiar personaje, nacido aquí en nuestras comarcas, que fue más allá de su leyenda un hombre de su tiempo, con sus odios, rencores, amores y pasiones.